La Neurociencia aplicada a la justicia restaurativa familiar.

Mtra Claudia Villavicencio.

2/9/20253 min read

La Neurociencia es un estudio multidisciplinario que contempla diversos niveles de análisis, entre los que destaca la neurociencia cognitiva o todo aquello relacionado con el comportamiento humano con base en la estructura biológica y los procesos mentales. De ahí que se relacione con otros rubros profesionales, como la neurobiología, la psicobiología, la psicología (para comprender a fondo el funcionamiento mental) o la pedagogía (con la que trabaja para descifrar el desarrollo neuropsicológico de los estudiantes), para ofrecer resultados funcionales según el área de investigación.

Ahora bien, Daniel Reisel, un estudioso de la Neurociencia, la ha relacionado con la justicia restaurativa en materia penal para explicar el impacto que tienen las lesiones cerebrales en el entendimiento del infractor respecto de la acción que comete y el daño que causa. Demuestra que, si los ofensores que tienen alguna lesión cerebral son tratados, pueden lograr un entendimiento sobre su comportamiento y el daño que este causa. Incluso, precisa que la “amígdala”, que está en nuestro cerebro, es la encargada de permitir que los seres humanos desarrollemos empatía hacia el otro y que el funcionamiento de dicha amígdala puede estar limitado por un daño o lesión cerebral. Esto es importante y posible de entender para propiciar la empatía en las personas que presentan estas circunstancias cerebrales.

Como consecuencia de las anteriores consideraciones y de la multidisciplinariedad con la que es importante revestir los procesos de restauración en materia familiar, surge también la necesidad de sumar la lente de la neurociencia para analizar el comportamiento de los miembros de un núcleo familiar y, con ello, comprender el conflicto en un sentido mucho más amplio. No solo se trata de identificar el daño, sino también los posibles detonantes del mismo. Ello permitirá, en muchos casos donde la violencia es parte de la dinámica familiar, entender si el comportamiento que reflejan los integrantes de una familia se debe a una cuestión aprendida, a un esquema que se repite, a la reactuación de algún trauma, a un proceso de normalización de la violencia o a una cuestión incluso determinada por la genética. ¿Para qué? Para buscar, con la multidisciplinariedad y el capital social restaurativo, la construcción de un programa de justicia restaurativa familiar, donde, con el apoyo de una red interinstitucional y social, estas personas puedan ser tratadas para estimular el funcionamiento de su amígdala o la recuperación del daño cerebral que pudieran llegar a tener. Con ello, se abre la posibilidad de que exista un entendimiento real de su conducta y del daño que esta causa a los demás. Esto reviste una importancia fundamental cuando el impacto de la conducta genera daño en el entorno familiar. Incluso, bajo esta perspectiva, sería posible contener y atender la violencia familiar desde el infractor y generador de la violencia, lo que permitiría restaurar y recuperar vínculos afectivos sanos en la familia. Mirar la violencia familiar solo como un tópico legal no atiende a las víctimas ni a las causas de la violencia; por el contrario, las revictimiza y multiplica la posibilidad de que los hijos de entornos familiares violentos repitan esquemas e historias, sumando cadenas de violencia familiar y social. Esto es aún más crítico cuando existen cuestiones a nivel cerebral que impactan en el comportamiento, la empatía y el trato hacia los demás. Excluir dichas probabilidades es discriminatorio, violento, estigmatizante y detonante de más violencia.

Por lo anterior, es importante sumar la lente de la neurociencia a los procesos de justicia restaurativa familiar y construir un capital social efectivo que permita la canalización y participación de instituciones en el tratamiento de los integrantes de un núcleo familiar que lo requieran, según la opinión de los especialistas que pueden participar de manera multidisciplinaria en el abordaje restaurativo de los conflictos familiares. Identificar y atender el daño para sanarlo de la mejor manera posible requiere de procesos colaborativos, donde se sume el conocimiento y el entendimiento científico del conflicto y sus causas para atender las consecuencias. Solo así se logrará la armonización de las relaciones familiares y la pacificación social.